Frente a un equipo ordenado en todas sus demarcaciones como el verdiblanco, los albicelestes jugaron sin coordenadas; los primeros tenían un centro de campo muy definido y participativo, con Juan "Lila", Chami y Pixhas, enlazando perfectamente con sus delanteros Aguilera y Gerôme que volvieron locos a la desordenada defensa rival. Por contra, los ataques albicelestes eran auténticos kamikazes: Alcántara cogía el balón, metía la quinta y sin apoyarse absolutamente con nadie intentaba el gol; entre la defensa albiceleste y la delantera solo existía el vacío; Cándido intentó hacer la guerra por su cuenta; allí donde estaba el balón se juntaban cuatro albicelestes tras él. Ni orden ni concierto. Tan sólo al principio de la segunda mitad se pasó del 3-0 al 3-2 en pocos minutos, pero solo fue un espejismo; más tarde el ejército rehabilitado pasó a las órdenes de pancho villa y le cayeron otros tres goles.
Desmérito albiceleste y gran mérito verdiblanco que jugó de forma reposada, apoyándose todos los compañeros, abriendo juego a las bandas; hilvanando un juego preciosista que destrozó al rival en todos los sentidos. Enrique fue el jefe de la defensa verdiblanca que se mostró muy segura y resolutiva; sin embargo aún no se sabe muy bien quienes eran los centrales albicelestes; claro que tampoco estaba muy claro quien jugada de centrocampista o de delantero en sus filas.
La comida
Donde sí hubo orden y participación fue en la comida del sábado en la que el Chef Pibe, con sus ayudantes Pibito y Silvihno, nos prepararon un asado argentino para chuparse los dedos. Amén del jamón serrano, las gambas y las ensaladas de ensueño que nos prepara Emilio Esteban. Un día extraordinario con un tiempo fabuloso culminado con una partida de rentoi muy igualada que finalizó con una explosión de alegría por parte de los ganadores. Y de todos.
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